Ácido úrico: ¿Qué es y cómo mantenerlo bajo control?
El ácido úrico es un producto del desecho que se forma cuando el cuerpo descompone sustancias llamadas purinas. Las purinas están en muchos alimentos y también se producen de forma natural en nuestras células. Cuando el organismo no elimina suficientemente este compuesto, se acumula en la sangre y puede causar problemas, sobre todo gota o cálculos renales.
Causas comunes de niveles altos
Una de las razones más habituales es la dieta rica en carnes rojas, mariscos y legumbres con mucha purina. Beber mucho alcohol, especialmente cerveza, también eleva el ácido úrico porque dificulta su excreción por los riñones. Otros factores son la obesidad, la resistencia a la insulina y ciertos medicamentos como los diuréticos.
En algunos casos, la genética hace que el cuerpo sea menos eficiente eliminando el ácido úrico. Enfermedades crónicas como la hipertensión o la insuficiencia renal pueden empeorar la situación. Incluso el estrés prolongado puede influir, aunque es menos directo.
Tips prácticos para reducirlo
Empieza por cambiar lo que comes: reduce la carne roja y el hígado, y elige pescados bajos en purina como el bacalao. Las frutas y verduras frescas son aliadas porque aportan agua y fibra, ayudando a los riñones a expulsar más ácido úrico.
Beber suficiente agua cada día (al menos dos litros) es clave. Un buen truco es llevar siempre una botella contigo y tomar un sorbo cada vez que recuerdes. Evita las bebidas azucaradas y el exceso de café; el agua y los tés sin azúcar son mejores opciones.
Si tomas diuréticos o cualquier otro medicamento que pueda subir el ácido úrico, habla con tu médico. En algunos casos se ajusta la dosis o se prescribe un tratamiento específico para bajarlo, como el alopurinol.
El ejercicio regular también ayuda. No tiene que ser una rutina intensa; caminar 30 minutos al día, montar en bicicleta o subir escaleras ya mejora la sensibilidad a la insulina y reduce la grasa corporal, dos factores que influyen en el ácido úrico.
Controlar el peso es otra pieza del rompecabezas. Cada kilo extra puede elevar los niveles, así que perder peso de forma gradual (0,5‑1 kg por semana) es beneficioso y sostenible.
Si sientes dolor súbito en una articulación, especialmente el dedo gordo del pie, puedes estar teniendo un ataque de gota. En ese caso, aplica una compresa fría y consulta a un profesional; el tratamiento temprano evita que el ataque empeore.
Para seguir tu progreso, hazte análisis de sangre cada tres o seis meses, según indique tu médico. Anotar los resultados te permite ver cómo influyen tus hábitos y ajustar lo que sea necesario.
En resumen, mantener bajo control el ácido úrico no requiere una revolución, solo pequeños cambios constantes: menos purinas, más agua, movimiento regular y vigilancia médica. Con estos pasos, reduces el riesgo de gota y cuidas tus riñones sin complicaciones.
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