Inhalador: todo lo que necesitas saber
Si alguna vez te han recetado un inhalador, seguro te has quedado con dudas: ¿para qué sirve exactamente? ¿existen varios tipos? ¿Cómo se usa sin equivocarse? Aquí te lo explico de forma sencilla, sin tecnicismos, para que puedas sacarle el máximo provecho a tu tratamiento.
Tipos de inhaladores
En el mercado hay tres familias principales. Los inhaladores de dosis medida (MDI) son los clásicos con spray; los inhaladores de polvo seco (DPI) no necesitan propulsor y liberan el medicamento al inhalar; y los inhaladores de nebulización, que convierten el fármaco en una niebla fina para pacientes que no pueden coordinar la inhalación. Cada uno tiene sus ventajas: los MDI son compactos y rápidos, los DPI suelen ser más fáciles de usar sin coordinación y los nebulizadores son perfectos para niños pequeños o personas con debilidad muscular.
Cómo usarlo paso a paso
Primero, revisa siempre la fecha de caducidad y el estado del envase. Si es un MDI, agita el inhalador durante 5 segundos antes de cada uso. Luego, exhala completamente para vaciar los pulmones; eso permite que la dosis entre de forma eficiente. Coloca la boquilla entre los labios, sella bien y, al mismo tiempo que inhalas suavemente por la nariz o la boca (según el tipo), presiona el botón del inhalador. Mantén la respiración durante unos 10 segundos antes de exhalar lentamente. Si necesitas una segunda dosis, repite el proceso tras esperar al menos 30 segundos.
Para los DPI, no es necesario agitar. Solo abre la tapa, inhala rápidamente y fuerte desde la boca, manteniendo la boquilla a unos 2 cm de tus labios. Exhala luego por la nariz. En los nebulizadores, sigue las instrucciones del equipo: normalmente conectas el tubo, enciendes la máquina y dejas que la niebla se administre durante varios minutos mientras respiras normalmente.
Un detalle que muchos olvidan es la limpieza. Los MDI y DPI acumulan residuos que pueden obstruir la boquilla. Lava la boquilla con agua tibia y déjala secar al aire al menos una vez a la semana. Los nebulizadores también requieren desmontar las piezas y enjuagarlas después de cada uso para evitar bacterias.
Si sientes que el medicamento no te llega, revisa la técnica. A veces la inhalación es demasiado rápida o demasiado lenta, lo que impide que la partícula alcance los pulmones. Puedes practicar frente al espejo para asegurarte de que tus labios estén bien sellados y que la inhalación sea constante.
¿Cuándo deberías consultar al médico? Si notas irritación en la garganta, tos persistente, o si la dosis no parece aliviar los síntomas, avisa inmediatamente. También es clave informar al profesional si empiezas a usar otro tipo de inhalador, ya que la dosificación puede cambiar.
En resumen, el inhalador es una herramienta eficaz siempre que se use con la técnica adecuada y se mantenga limpio. Conocer el tipo que tienes, seguir los pasos correctos y observar cualquier signo de molestia te ayudará a controlar tu asma o enfermedad respiratoria sin complicaciones.
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