Antifúngicos: qué son, cuándo sirven y cómo elegirlos

Si alguna vez has tenido picor, enrojecimiento o una erupción que no desaparece, es muy probable que estés frente a una infección por hongos. Los antifúngicos son los medicamentos diseñados para eliminar esos microbios y devolver la piel, uñas o mucosas a la normalidad. No todos los hongos son iguales, por eso existen diferentes tipos de antifúngicos que actúan de maneras distintas. En esta guía te explico, con palabras sencillas, cómo funcionan, cuándo deberías tomarlos y qué tener en cuenta para evitar problemas.

Tipos de antifúngicos más comunes

Los antifúngicos se dividen en tres grupos principales: tópicos, orales y sistémicos. Los tópicos, como cremas o sprays, se aplican directamente sobre la zona afectada y son la primera opción para candidiasis cutánea, pie de atleta o tiña. Lamisil (terbinafina) está disponible en crema y en pastilla; la versión en crema es ideal para infecciones leves, mientras que la oral se usa cuando la piel está muy dañada o la infección afecta uñas.

Los orales incluyen tabletas o cápsulas que actúan por todo el cuerpo. Son útiles cuando la infección se ha extendido o está en lugares difíciles de tratar, como la boca (candidiasis oral) o la vagina (candidiasis vaginal). Algunos de los más habituales son fluconazol, itraconazol y la ya citada terbinafina. Estos fármacos suelen requerir receta médica porque pueden interactuar con otros medicamentos.

Los sistémicos son versiones inyectables o intravenosas que se reservan para casos graves, como candidiasis invasiva o infecciones fúngicas en pacientes con el sistema inmune debilitado. Su uso está estrictamente controlado por profesionales de la salud y normalmente se administra en hospitales.

Consejos para usar antifúngicos de forma segura

Antes de comprar cualquier antifúngico, asegúrate de confirmar el diagnóstico. Un picor puede ser alergia, eczema o incluso una infección bacteriana. Si tienes dudas, consulta con tu médico o farmacéutico. Cuando te receten un antifúngico oral, sigue al pie de la letra la dosis y la duración del tratamiento; detenerlo antes de tiempo suele provocar recaídas.

Lee siempre el prospecto para conocer los posibles efectos secundarios. En la mayoría de los casos aparecen molestias leves como náuseas, dolor de cabeza o irritación en la zona aplicada. Si notas erupciones graves, fiebre o dificultades para respirar, busca ayuda médica de inmediato. Evita mezclar antifúngicos con alcohol o con ciertos antibióticos sin consultar, porque pueden reducir la eficacia del tratamiento.

Para prevenir futuras infecciones, mantén la piel seca, usa calzado ventilado y cambia frecuentemente la ropa interior de algodón. En zonas húmedas, como los pies, seca bien entre los dedos después de la ducha. Si has tenido una infección recurrente, considera usar un antifúngico preventivo una vez a la semana, pero sólo bajo supervisión médica.

En resumen, los antifúngicos son herramientas esenciales para combatir hongos, pero su éxito depende de usar el tipo correcto, respetar la dosis y adoptar hábitos de higiene que eviten nuevas infecciones. Con esta información, podrás tomar decisiones informadas y proteger tu salud sin complicaciones.

Candidemia y otras infecciones diseminadas por Candida en niños: impacto y manejo

Análisis del impacto de la candidemia y las infecciones diseminadas por Candida en la población pediátrica, con datos epidemiológicos, diagnóstico, tratamiento y estrategias de prevención.

Leer más

© 2025. Todos los derechos reservados.