Tratamiento antifúngico: cómo eliminar hongos de forma segura y eficaz

Los hongos pueden aparecer en la piel, uñas o interior del cuerpo y producir comezón, enrojecimiento o descamación. Si no los tratas a tiempo, la infección se extiende y puede volverse más difícil de curar. Aquí tienes una guía práctica para elegir el tratamiento antifúngico adecuado y usarlo sin complicaciones.

Tipos de antifúngicos y cuándo usarlos

Los medicamentos antifúngicos se dividen en tres grupos principales: tópicos, orales y de aplicación sistémica. Los cremas, geles o polvos son perfectos para infecciones leves como pie de atleta o tiña corporal. Los comprimidos o cápsulas se reservan para casos más extensos, como candidiasis oral o infecciones de uñas. En situaciones graves, el médico puede recetar una infusión intravenosa.

Antes de decidir, fíjate en el tipo de hongo y la zona afectada. Por ejemplo, la tinea pedis responde bien a clotrimazol en crema, mientras que una onicomicosis (hongos en uñas) suele necesitar terbinafina en pastilla durante varios meses.

Cómo aplicar el tratamiento y qué cuidados tomar

Aplicar el antifúngico tópico es sencillo: limpia y seca bien la zona, luego extiende una capa fina del producto y deja que se absorba. Repite la aplicación según indique el prospecto, normalmente dos veces al día durante al menos dos semanas después de que desaparezcan los síntomas.

Si usas un comprimido, sigue la dosis exacta indicada por tu médico o la información del envase. No dejes el tratamiento antes de tiempo, aunque la picazón desaparezca; los hongos pueden ocultarse y volver a crecer.

Algunos consejos para evitar recaídas: usa calcetines de algodón, cambia los zapatos diariamente, mantén los pies secos y evita compartir objetos personales como toallas o cortaúñas.

En caso de efectos secundarios como irritación, erupción o malestar estomacal, suspende el uso y consulta a un profesional. La mayoría de los antifúngicos son bien tolerados, pero es mejor estar atento.

Recuerda que la prevención es clave. Mantener la higiene, usar ropa transpirable y controlar la humedad en el entorno reducen el riesgo de infecciones fúngicas.

Con esta información puedes identificar el tipo de infección, elegir el antifúngico correcto y aplicarlo de forma segura. Si la molestia persiste más de dos semanas, acude a tu médico para que te haga un diagnóstico preciso y ajuste el tratamiento.