El cáncer de pulmón sigue siendo la principal causa de muerte por cáncer en todo el mundo, pero hay una herramienta que ha cambiado las reglas del juego: la tomografía de baja dosis (LDCT). A diferencia de las radiografías de tórax, que pasan por alto muchos tumores en etapas tempranas, esta técnica puede detectar nódulos tan pequeños como 4 mm, cuando aún son curables. Lo más importante: si eres una persona en alto riesgo, hacerse esta prueba anualmente puede reducir tu riesgo de morir por cáncer de pulmón hasta en un 20%. Pero no todos pueden hacerla. Y no todos los resultados significan cáncer. Aquí te explicamos exactamente quién califica, qué pasa si el resultado es positivo, y qué realmente significa para tu salud.
¿Quién es candidato para la tomografía de baja dosis?
No es una prueba que cualquier persona mayor de 50 años pueda pedir. Las guías médicas más confiables -como las del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE.UU. (USPSTF)- establecen criterios claros y específicos. Para calificar, debes cumplir con tres condiciones:
- Tener entre 50 y 80 años
- haber fumado al menos 20 paquetes-año (por ejemplo, un paquete al día durante 20 años, o dos paquetes al día durante 10 años)
- ser fumador actual o haber dejado de fumar en los últimos 15 años
Estos criterios no son arbitrarios. Se basan en datos de más de 53,000 personas en el estudio NLST, que demostró que este grupo tiene el mayor beneficio real. Si tienes 45 años y fumaste 15 paquetes-año, no calificas. Si tienes 81 y dejaste de fumar hace 16 años, tampoco. La regla del “últimos 15 años” es clave: el riesgo de cáncer de pulmón sigue siendo alto mucho después de dejar de fumar, pero después de esa marca, el beneficio de la prueba disminuye significativamente en comparación con los riesgos de falsos positivos y exposición a radiación.
Algunas organizaciones, como la Sociedad Americana de Cáncer, sugieren considerar a personas que dejaron de fumar hace más de 15 años si tienen otros factores de riesgo, como antecedentes familiares de cáncer de pulmón o exposición ocupacional a asbesto o radón. Pero la mayoría de los seguros, incluido Medicare, solo cubren la prueba si cumples con los criterios del USPSTF. Si no cumples, puedes pagarla de tu bolsillo, pero es raro que valga la pena sin el perfil de riesgo adecuado.
¿Cómo funciona la prueba y cuánta radiación implica?
La tomografía de baja dosis es una versión modificada de la TC estándar. Usa menos radiación -aproximadamente 1.2 milisieverts (mSv)-, lo que equivale a la exposición natural que recibes del medio ambiente en unos 4 a 6 meses. Para comparar, una TC de tórax diagnóstica típica usa entre 7 y 10 mSv. La máquina toma imágenes detalladas de tu tórax en menos de 10 segundos, sin necesidad de inyecciones ni preparación especial. Solo tienes que estar quieto y contener la respiración un momento.
Los equipos deben cumplir con estándares estrictos: deben usar un voltaje de 120 kVp, reconstruir las imágenes con cortes finos (menos de 1.5 mm) y algoritmos de reducción de ruido. Esto permite ver nódulos minúsculos sin exponerte a niveles peligrosos de radiación. El riesgo de que la radiación cause cáncer por esta prueba es extremadamente bajo: se estima que por cada 1,000 personas que se hacen la prueba anualmente durante 10 años, podría causarse 1 muerte por cáncer inducido por radiación. Pero en ese mismo grupo, se evitarían entre 12 y 15 muertes por cáncer de pulmón.
Las clínicas acreditadas por el Colegio Americano de Radiología (ACR) deben reportar sus resultados a un registro nacional. Esto asegura que los equipos estén calibrados, los radiólogos estén entrenados y los protocolos se sigan rigurosamente. No te hagas la prueba en un lugar que no esté acreditado. La calidad importa más que el precio.
¿Qué significa un resultado positivo?
Un “resultado positivo” no significa que tienes cáncer. Significa que el radiólogo vio algo que no debería estar ahí: un nódulo no calcificado de 4 mm o más. En el primer examen, alrededor del 24% de las personas reciben un resultado positivo. Pero en más del 96% de esos casos, no es cáncer. Son cicatrices, inflamaciones, infecciones pasadas o incluso pequeñas acumulaciones de moco.
El siguiente paso no es una cirugía. Es una vigilancia. Si el nódulo mide entre 4 y 6 mm, te pedirán otra LDCT en 6 meses. Si sigue igual o se reduce, probablemente sea inofensivo. Si crece, entonces se investiga más. Solo el 1.2% de los nódulos de este tamaño se convierten en cáncer en dos años. Si el nódulo es más grande (más de 6 mm), se puede requerir una TC con contraste, una PET-CT o incluso una biopsia. Pero incluso entonces, más de la mitad de los nódulos grandes resultan ser benignos.
Un estudio en el Hospital General de Massachusetts encontró que el 68% de las personas con resultados positivos necesitaron pruebas adicionales, y el costo promedio de esas pruebas fue de $187. Pero el costo emocional es mayor. Muchos pacientes experimentan ansiedad intensa durante las semanas de espera. Una encuesta de 1,200 personas mostró que el 42% sintió ansiedad durante el seguimiento. Es normal. Pero recuerda: la mayoría de los resultados positivos no son cáncer. La prueba está diseñada para no dejar pasar nada, aunque eso signifique que muchos se asusten por falsas alarmas.
¿Qué pasa si detectan cáncer?
La gran ventaja de la LDCT es que detecta el cáncer en etapa temprana. En el estudio NLST, el 71% de los cánceres encontrados por LDCT eran de etapa I, lo que significa que aún no se habían extendido fuera del pulmón. En comparación, solo el 49% de los cánceres detectados por radiografía estaban en esa etapa.
Un cáncer de pulmón en etapa I tiene una tasa de supervivencia a cinco años del 80-90%. La cirugía es el tratamiento principal. Hoy en día, en el 78% de los casos, se usa una técnica mínimamente invasiva llamada toracoscopia asistida por video (VATS), que requiere solo 2-3 incisiones pequeñas. El tiempo de hospitalización ha bajado de 5 días a menos de 3. La mayoría de los pacientes regresan a sus actividades normales en 2-4 semanas.
En el programa de tamizaje de la Clínica Mayo, una mujer de 58 años fue detectada con un nódulo de 6 mm. La biopsia confirmó adenocarcinoma en etapa I. Se sometió a cirugía y hoy, cinco años después, está sin cáncer. Su historia no es rara. Miles de personas han sido salvadas por esta prueba. Pero no todas las historias son tan simples. Un hombre de 62 años en Texas tuvo un falso positivo que lo llevó a tres meses de pruebas, $450 en gastos y un estrés emocional que lo hizo dudar de volver a hacerse la prueba. Esa es la otra cara.
¿Por qué tantas personas que podrían hacerla no lo hacen?
A pesar de la evidencia, solo el 23% de las personas elegibles en EE.UU. se hacen la prueba. En zonas rurales, la cifra cae al 18%. ¿Por qué? Las barreras son reales. La distancia: en muchos lugares, la clínica más cercana está a más de 50 kilómetros. El costo: aunque Medicare y la mayoría de los seguros privados la cubren sin copago, las pruebas de seguimiento no siempre están cubiertas. El miedo: muchas personas temen lo que pueda encontrar la prueba. La desinformación: muchos creen que la TC es lo mismo que una radiografía y que no vale la pena.
Un estudio en JAMA Network Open encontró que las personas en áreas rurales son menos propensas a hacerse la prueba por falta de transporte, no por falta de interés. Y las disparidades raciales son preocupantes: los afroamericanos tienen un 15% más de riesgo de cáncer de pulmón, pero se hacen la prueba en un 28% menos que los blancos. Esto no es por falta de necesidad, sino por falta de acceso y de promoción.
En los estados que ampliaron Medicaid, la tasa de tamizaje es un 37% más alta. Esto demuestra que el acceso no es solo una cuestión médica: es una cuestión de política y equidad.
¿Qué hay de nuevo en la ciencia?
La investigación no se detiene. En 2023, el estudio NELSON, realizado en Europa, mostró que hacer la prueba cada dos años (no anualmente) también reduce la mortalidad, en un 24%. Esto podría cambiar las guías: ¿es necesario hacerla cada año? ¿O cada dos años es suficiente y reduce el estrés y los falsos positivos?
También se están probando modelos de riesgo más precisos. En lugar de solo contar paquetes-año, ahora se evalúan factores como la edad, el historial familiar, la exposición a contaminantes, y hasta la genética. Un modelo llamado LYFS-CT, validado en más de un millón de pacientes, puede identificar a quienes realmente se beneficiarán más de la prueba. Esto podría reducir el número de personas que se hacen la prueba sin necesidad, y aumentar la eficacia.
La inteligencia artificial también está ayudando. Un software llamado LungPoint®, aprobado por la FDA en 2018, puede analizar las imágenes en segundos, reduciendo el tiempo de lectura de los radiólogos en un 30% y manteniendo una precisión del 97%. En el futuro, podrías recibir tu resultado en 24 horas, no en 2 semanas.
Y en 2024, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. publicó una guía preliminar para regular más software de IA en imágenes médicas. Esto abre la puerta a herramientas más rápidas, más precisas y más accesibles.
¿Qué debes hacer si crees que calificas?
Primero: habla con tu médico. No pidas la prueba por tu cuenta. Debes tener una consulta de decisión compartida, donde se te expliquen los beneficios, los riesgos y las posibles consecuencias de un resultado positivo. Medicare requiere que esta consulta se documente antes de la prueba.
Segundo: asegúrate de que la clínica esté acreditada por el Colegio Americano de Radiología. Pregunta: “¿Están registrados en el Registro Nacional de Tamizaje de Cáncer de Pulmón?”. Si no lo están, busca otro lugar.
Tercero: si te dicen que tienes un nódulo, no entres en pánico. Pide una copia del informe y una explicación clara: ¿qué tamaño tiene? ¿Dónde está? ¿Cuándo debo volver? Lleva a alguien contigo. Escribe las preguntas. La ansiedad es normal, pero no debes tomar decisiones en medio del miedo.
Y cuarto: si dejaste de fumar, sigue sin volver. La LDCT no es un permiso para volver a fumar. Es una herramienta para detectar daños ya hechos. Dejar de fumar sigue siendo el mejor tratamiento para prevenir el cáncer de pulmón.
¿La tomografía de baja dosis es lo mismo que una radiografía de tórax?
No. La radiografía de tórax toma una sola imagen plana y puede pasar por alto tumores pequeños. La tomografía de baja dosis toma cientos de imágenes detalladas en 3D, lo que permite ver nódulos de menos de 5 mm. La LDCT detecta hasta tres veces más cánceres en etapa temprana que la radiografía.
¿Duele la prueba de tomografía de baja dosis?
No. No hay inyecciones, no hay preparación, y no hay dolor. Solo te acuestas en una camilla y te piden que contengas la respiración durante unos segundos. Es rápido, silenciosa y no invasiva.
¿Qué pasa si no califico para la prueba pero sigo en riesgo?
Si tienes antecedentes familiares, exposición a radón o asbesto, o una enfermedad pulmonar crónica, habla con tu médico. Aunque no califiques para el tamizaje cubierto por seguro, podrías ser candidato a un estudio clínico o a un tamizaje personalizado basado en modelos de riesgo más avanzados. No te quedes sin preguntar.
¿Puedo hacerme la prueba si ya tuve cáncer de pulmón?
Sí, pero no como tamizaje. Si ya tuviste cáncer de pulmón, necesitas seguimiento médico personalizado, no un programa de tamizaje general. Tu médico te recomendará exámenes específicos, que pueden incluir TC de alta resolución cada 6-12 meses, dependiendo del tipo de cáncer y el tratamiento recibido.
¿La prueba detecta otras enfermedades además del cáncer?
Sí. A veces se detectan otras condiciones como enfisema, fibrosis pulmonar, aneurismas de aorta o enfermedades del corazón. Estos hallazgos pueden ser importantes y deben discutirse con tu médico, aunque no sean cáncer. La LDCT no es solo una prueba para cáncer: es una ventana completa a la salud de tus órganos torácicos.
La tomografía de baja dosis no es una solución mágica. Pero para las personas en alto riesgo, es la mejor herramienta que tenemos para salvar vidas antes de que sea demasiado tarde. No la ignores. No la postergues. Si cumples con los criterios, habla con tu médico esta semana. Tu pulmón te lo agradecerá.