¿Por qué la precisión en la imagenología oncológica cambia el curso del cáncer?
Un diagnóstico de cáncer no es solo una palabra. Es el inicio de una cadena de decisiones que pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Y en el centro de esa cadena está la imagenología: las herramientas que permiten ver lo que no se puede tocar, medir lo que no se puede contar, y entender lo que no se puede sentir. Entre todas, tres tecnologías dominan: PET-CT, MRI y, cada vez más, PET-MRI. Cada una tiene sus fortalezas, sus límites, y sus momentos ideales. Elegir la correcta no es una cuestión de moda ni de disponibilidad. Es una cuestión de precisión.
PET-CT: El estándar que sigue moviendo montañas
Desde su aprobación por la FDA en 2001, el PET-CT se convirtió en el pilar de la imagenología oncológica. Combina dos mundos: el PET, que muestra la actividad metabólica de las células -especialmente las que consumen mucho azúcar, como los tumores-, y el CT, que da un mapa detallado del cuerpo en 3D. La combinación es poderosa. Cuando un tumor crece, no solo cambia de tamaño: cambia su comportamiento energético. El PET detecta eso antes de que el tumor sea visible en una tomografía normal.
La dosis de radiación de un PET-CT típico oscila entre 10 y 25 mSv, dependiendo del protocolo. Eso es más que una radiografía, pero menos que muchos procedimientos quirúrgicos. El tiempo de estudio ronda los 15 a 20 minutos por paciente. Es rápido. Es eficiente. Y es ampliamente disponible. En hospitales de todo el mundo, el PET-CT es la primera opción para evaluar el estadio inicial del cáncer de pulmón, linfoma, melanoma o cáncer colorrectal. Un estudio de 2017 en Nature Scientific Reports mostró que, en el seguimiento del cáncer de mama tras quimioterapia neoadyuvante, el PET-CT fue más específico que la resonancia convencional: detectó correctamente el 94% de los casos donde no había respuesta al tratamiento, frente al 83% de la MRI.
Pero tiene sus puntos ciegos. En tejidos con alta actividad metabólica natural -como el cerebro, el hígado o los músculos-, el PET puede confundir el tumor con tejido sano. Y no distingue bien entre inflamación y cáncer. Por eso, no siempre basta.
MRI: La visión que no necesita radiación
La resonancia magnética no usa radiación. Usa campos magnéticos y ondas de radio para crear imágenes con un contraste de tejidos que ninguna otra tecnología iguala. Desde los años 80, ha sido clave en el diagnóstico de tumores cerebrales, de próstata, de hígado y de órganos pélvicos. Un escáner de 3T puede resolver detalles de menos de 1 mm, lo que permite ver microlesiones que el PET-CT pasa por alto.
En el cáncer de próstata, por ejemplo, la MRI multiparamétrica ha revolucionado el enfoque. Un estudio publicado en Cancer en 2022 encontró que detectó el cáncer con un 75% de precisión, frente al 62% del PET-CT con PSMA. Pero aquí hay un matiz importante: ese estudio fue cuestionado por su metodología. No todos los centros usan MRI con la misma calidad. La precisión depende del equipo, del radiólogo y del protocolo. En manos expertas, la MRI es insuperable para evaluar la extensión local del cáncer de próstata o para distinguir entre cicatrices y recurrencia en tumores cerebrales.
Además, no hay radiación. Eso la hace ideal para pacientes jóvenes, embarazadas (cuando es absolutamente necesario) o para seguimientos largos donde se necesitan múltiples exámenes. Pero tiene desventajas: el tiempo de estudio puede durar entre 30 y 60 minutos. Es ruidosa. Y no se puede usar en pacientes con marcapasos, implantes metálicos o claustrofobia severa. En hospitales grandes, se necesita una sala blindada, que cuesta entre $150,000 y $250,000 en instalación.
PET-MRI: El futuro que aún se está construyendo
Imagina tener la actividad metabólica del PET y el contraste tisular de la MRI en una sola sesión. Eso es el PET-MRI. Lanzado comercialmente en 2011, aún es raro. Solo el 2% de los centros oncológicos lo tienen. Pero donde está, está cambiando las reglas.
Una ventaja clave: reduce la exposición a la radiación en un 50% respecto al PET-CT, porque elimina la tomografía computarizada. Eso es un gran paso para niños y pacientes que necesitan seguimiento durante años. Un estudio de 2023 en RadioGraphics reveló que en cáncer de páncreas, el PET-MRI cambió el plan de tratamiento en casi la mitad de los pacientes. ¿Por qué? Porque detectó metástasis ocultas que el PET-CT no veía, y evitó cirugías innecesarias.
En tumores cerebrales, el PET-MRI es casi indispensable. La MRI sola distingue entre recurrencia tumoral y daño por radiación con un 70-80% de precisión. El PET-MRI sube eso al 85-90%. Eso significa que un paciente no se somete a otra radiación innecesaria, ni a una cirugía de riesgo por un falso positivo.
Pero no es perfecto. El mayor problema técnico es la corrección de atenuación: cómo ajustar la señal del PET dentro del campo magnético de la MRI. Esto puede generar errores si no se hace con algoritmos avanzados como el método Dixon. Además, el tiempo de estudio es más largo: entre 45 y 60 minutos. Y el costo es casi el doble. En Estados Unidos, un PET-MRI cuesta entre $2,500 y $3,500, frente a $1,600-$2,300 del PET-CT. Muchos centros lo usan solo en casos seleccionados: cánceres pediátricos, tumores de cabeza y cuello, o recurrencias complejas.
¿Cuál elegir? No hay una respuesta única
El Dr. Richard L. Wahl, del Johns Hopkins, lo dijo claramente: "PET-MRI es superior en tumores pélvicos y cerebrales, pero PET-CT sigue siendo el trabajo diario de la oncología". No es una guerra entre tecnologías. Es una sinergia.
En cáncer de mama, si el tumor es triple negativo o HER2 positivo, el PET-CT suele ser suficiente para el estadio inicial. Pero si el tumor es hormonal, la MRI es más sensible para detectar recurrencias locales. En cáncer de colon, el PET-CT es el estándar para buscar metástasis en hígado y pulmón. Pero si el hígado tiene múltiples lesiones y no se sabe si son benignas o malignas, la MRI con contraste puede dar la respuesta definitiva.
En linfomas, el PET-CT sigue siendo el rey para evaluar respuesta al tratamiento. Pero en linfomas de células T o en pacientes con enfermedad residual en médula ósea, el PET-MRI puede detectar actividad que el PET-CT pierde.
La clave está en el contexto. ¿Qué tipo de cáncer? ¿Dónde está localizado? ¿Es el primer diagnóstico o una recurrencia? ¿El paciente es joven y necesita muchos estudios en el futuro? ¿Hay acceso a tecnología avanzada? La decisión no debe ser arbitraria. Debe ser guiada por el tipo de tumor y la pregunta clínica específica.
Lo que no te dicen: costos, formación y desafíos reales
Un sistema PET-CT cuesta entre $1.8 y $2.5 millones. Un PET-MRI, entre $3 y $4.2 millones. Pero el costo no es solo el equipo. Es el personal. Un radiólogo necesita 6-12 meses de entrenamiento para interpretar PET-CT. Para PET-MRI, se necesitan 3-6 meses adicionales, porque hay que entender dos sistemas a la vez. En una encuesta de 2022, el 63% de los centros reportaron problemas con los artefactos de corrección de atenuación en PET-MRI. Eso significa imágenes erróneas si no hay un físico médico experto detrás.
Además, la cobertura de seguros es un problema. En muchos países, el PET-MRI no está cubierto para todos los cánceres. Solo para casos específicos. En Estados Unidos, el 45% de los centros reportaron dificultades para obtener reembolsos. Pero el 82% dijeron que seguirían usándolo por la calidad diagnóstica.
Y hay otra realidad: la formación. En redes de radiólogos, muchos técnicos dicen que operar un PET-MRI requiere al menos 40 horas extra de entrenamiento frente al PET-CT. Y en pacientes ancianos o con dolor, moverse durante 60 minutos puede ser imposible. Los artefactos por movimiento son una pesadilla en abdomen y tórax.
Lo que viene: inteligencia artificial y trazadores nuevos
En 2024, Siemens lanzó el BioMatrix 600, un PET-MRI con un tiempo de adquisición de solo 6 minutos para todo el cuerpo. Eso resuelve uno de los mayores obstáculos: el tiempo. Además, nuevos trazadores como el 68Ga-PSMA-11 para cáncer de próstata están mejorando la sensibilidad del PET. Ya no se trata solo de azúcar. Se trata de moléculas específicas que se adhieren a proteínas del tumor.
La inteligencia artificial está entrando. En la reunión de RSNA de 2023, se presentaron 27 estudios sobre algoritmos que predicen la respuesta al tratamiento a partir de imágenes de PET-MRI. Estos sistemas pueden detectar patrones invisibles para el ojo humano. En el futuro, no solo se verá dónde está el tumor. Se predecirá cómo responderá a la quimioterapia, la radiación o la inmunoterapia, antes de que se administre.
El Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. ya está financiando el ensayo PREDICT (NCT04535920), que evalúa si la IA puede personalizar el tratamiento basado en imágenes. Esto no es ciencia ficción. Es la próxima frontera.
La verdad final: no es la máquina, es la pregunta
No existe la mejor imagen. Solo la mejor imagen para esa pregunta en ese paciente. El PET-CT sigue siendo el más usado, el más rápido y el más accesible. La MRI es la más precisa para tejidos blandos y sin radiación. El PET-MRI es el más potente, pero solo cuando se necesita una respuesta definitiva y se tiene el recurso para ello.
Lo que realmente importa no es qué máquina tiene el hospital. Lo que importa es si el equipo sabe cuándo usarla. Un buen radiólogo con un PET-CT puede hacer más que un técnico sin experiencia con un PET-MRI. La tecnología es una herramienta. La inteligencia clínica es lo que la hace valiosa.
En Zaragoza, como en cualquier otro lugar, los oncólogos y radiólogos están aprendiendo a usar estas herramientas con más precisión. Porque cada imagen mal interpretada puede llevar a una cirugía innecesaria. O a un tratamiento demasiado tarde. La precisión no es un lujo. Es la base de la medicina moderna contra el cáncer.
¿Qué es más preciso para detectar metástasis: PET-CT o MRI?
Depende del tipo de cáncer. Para metástasis en pulmón, hígado o huesos, el PET-CT es más sensible porque detecta actividad metabólica, incluso en lesiones pequeñas. Para metástasis en cerebro, médula espinal, hígado o órganos pélvicos, la MRI es más precisa por su mejor contraste de tejidos. En algunos casos, como el cáncer de próstata o de mama, el PET-MRI supera a ambos porque combina la actividad metabólica con la anatomía detallada.
¿El PET-MRI reemplazará al PET-CT?
No en los próximos 10 años. El PET-CT sigue siendo más rápido, más barato y más accesible. Se usa en más del 80% de los casos oncológicos. El PET-MRI se reserva para casos complejos: recurrencias difíciles, tumores pediátricos, cánceres cerebrales o cuando se necesita reducir la radiación. Su adopción crece, pero lentamente, porque requiere infraestructura, personal especializado y justificación económica.
¿La MRI puede reemplazar al PET-CT en el estadio inicial del cáncer?
No siempre. La MRI es excelente para ver el tumor local y su extensión en tejidos blandos, pero no detecta bien las metástasis distantes, especialmente en huesos o pulmón. El PET-CT, en cambio, escanea todo el cuerpo en una sola sesión y detecta actividad anormal en cualquier lugar. Por eso, en el estadio inicial, el PET-CT sigue siendo el estándar para la estadificación completa. La MRI se usa como complemento cuando se necesita más detalle en una zona específica.
¿Es peligroso el PET-CT por la radiación?
La radiación de un PET-CT es moderada: entre 10 y 25 mSv, equivalente a 3-5 años de exposición natural. El beneficio diagnóstico supera ampliamente el riesgo en pacientes con cáncer sospechado o confirmado. Para personas jóvenes o que necesitan múltiples estudios, se prefiere la MRI o PET-MRI cuando es posible. Pero en casos de diagnóstico o seguimiento de cáncer, el riesgo de no detectar una metástasis es mucho mayor que el riesgo de la radiación.
¿Qué avances se esperan en los próximos años?
Los avances más importantes son tres: primero, trazadores nuevos que se adhieren a moléculas específicas del cáncer, como PSMA o FAPI, que mejoran la detección. Segundo, sistemas PET-MRI más rápidos, como el BioMatrix 600, que reducen el tiempo de estudio a 6 minutos. Tercero, inteligencia artificial que analiza las imágenes para predecir cómo responderá el tumor al tratamiento, antes de administrarlo. Esto llevará a la medicina personalizada basada en imágenes.
Lucia Kuhl
diciembre 11, 2025 AT 00:27